Saturday, May 17, 2008

Caral, la ciudad perdida

La Ciudadela Histórica de Caral, con más de 5000 mil años de antigüedad, contiene un legado importante de la historia de los pobladores del antiguo Perú. Sus galerías y estructuras nos dan una idea de cómo se organizó esta ciudad y cómo fue desarrollandose a través del tiempo.

El viaje que emprendíamos prometía muchas sorpresas. Llegamos a la estación de buses con la expectativa de conocer una de los más importantes descubrimientos arqueológicos. Teníamos que enrumbarnos hacia el kilómetro 158 de la carretera panamericana sur. Eran las 9 de la mañana y el bus empezó su recorrido.

El camino fue largo, eran casi tres horas las que teníamos que recorrer, no obstante el tiempo paso rápido ya que las ganas por conocer Caral y su historia se apoderaban de nosotros. Algunos de nosotros no conocíamos esta ruta, así que para los nuevos el camino fue especial.

Al llegar al pueblo de Supe todos estábamos ansiosos por embarcarnos en el colectivo que nos llevaría hacia las ruinas. Mientras esperábamos dos de nosotros se deleitaban con un rico ceviche al paso, el cual estuvo delicioso. El carro se hizo esperar bastante tiempo, unos 50 minutos, hasta que por fin llegó el transporte. El carro Salió del pueblo de Supe y tomó rumbo a la derecha de la carretera, adentrándose a una vegetación características de los valles costeños.

Como éramos demasiados dos de nosotros tuvimos que viajar en la maletera de la stationwagon. Esto no disminuyó nuestras ganas de llegar a nuestro destino. El camino es rural por lo que disfrutamos de un paisaje natural. Atrás quedaron los grandes edificios y ruido de la capital. Se abrieron paso las grandes cosechas de maíz y algunos animales, como vacas, ovejas y caballos.

Llegamos al inicio del camino. Unas vendedoras de bebidas y de la característica papita con huevo nos dan la bienvenida y nos advierten que llevemos agua ya que para los que no estén acostumbrados en caminar podrían resultarles cansados. Esto no menguo nuestras ganas de conocer el lugar.

El camino empezó con un pequeño río el cual teníamos que cruzar a través de un improvisado puente de madera. Seguimos una larga trocha, para metros más allá, encontrarnos en un desierto. El camino resultaba fatigante, pero emocionante a la vez, ansiábamos ver que nos esperaba a final de la ruta.

A lo lejos se asomaba unos pequeños módulos donde aguardaban el grupo de guías. Necesariamente hicimos una pequeña parada, ya que teníamos que esperar a agruparnos con más gente para costear los veinte soles del guiado. Se acopló a nosotros una pareja de novios. Cabe mencionar que no se puede ingresar al conjunto de restos arqueológicos sin un guía.

Un gran letrero de bienvenidos nos recibe metros más allá. El guía nos comenta que cada lugar dentro de la ciudad histórica cumplía una función específica. Además agrega que en este lugar se concentraban varios asentamientos humanos, siendo Caral la ciudad más extensa y compleja de la época, cuidadosamente planificada.

Al seguir caminando observamos las sorprendentes construcciones piramidales que se encuentran alrededor. Lo inimaginable nos esperaba a la mitad del recorrido, un anfiteatro de grandes proporciones con algunos petroglifos encontrados por los arqueólogos. Se dice que estos petroglifos eran usados con fines astrales es decir para la medición del tiempo. Sin lugar a dudas estábamos teniendo una visita enriquecedora.

En este lugar se hallaron objetos de todo tipo, como quipus, instrumentos musicales y diversos utensilios de su vida cotidiana, demostrando las diversas actividades que nuestros antepasados realizaron.

El recorrido casi termina. Nos quedaba algunos minutos para observar, con qué exactitud, los antiguos pobladores construyeron la ciudad. Nos imaginamos la vida diaria que tuvieron y a qué se dedicaron la mayor parte del tiempo.

Caral es una de las ciudades con muchos secretos por descubrir aún. Emprendemos el viaje de regreso con todas las historias sobre esta ciudadela en nuestra mente, queriendo regresar una vez mas para conocer los secretos mejor guardados que aun no han sido develados.

Pamela Soria Ochoa

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